Mozart Sin Prisas

Mozart Sin Prisas

Retrato póstumo de Wolfgang Amadeus Mozart, pintado por Barbara Krafft en 1819.

Actualmente, el Multitasking, o la capacidad de realizar múltiples tareas al mismo tiempo, está ampliamente difundido en todo el mundo; se conoces sus beneficios y sus perjuicios. Sin dudas, ha tomado amplias dimensiones en el tecnológico mundo moderno, que nos permite estar conectados y realizando diferentes tareas al mismo tiempo. Sin embargo, no es algo nuevo, aunque era un poco más difícil, antiguamente también había muchas personas capaces de dedicarse a múltiples tareas al mismo tiempo, como el protagonista de nuestra historia de hoy.

El protagonista de esta anécdota es uno de los músicos más famosos y aclamados de todas la historia, una verdadera muestra de talento, estoy hablando del austriaco Wolfgang Amadeus Mozart. La historia de hoy tiene lugar en 1791, no mucho tiempo antes de su muerte.

Corría aquel que sería el último año de Mozart con vida. El músico austriaco no estaba pasando por un buen momento económico, así como tampoco de salud, cuando se le presentó una interesante oportunidad. Schikaneder, conocido actor, escritor, y empresario teatral entre otras actividades y amigo personal de Wolfgang, le propone al músico la posibilidad de colaborar en una ópera conjuntos. Ninguno de los dos estaba en un buen momento y aquella era una buena oportunidad, por lo que Mozart aceptó la idea.

Retrato de Emanuel Schikaneder.

Poco después de comenzar con la composición, se enteraron de que el teatro rival iba a estrenar una opera con igual asunto, por lo que decidieron modificarla por completo, dotándola, además, de una significación simbólica supuestamente de acuerdo con ciertas prácticas masónicas, logia a la que según algunos autores pertenecían. La obra tomó el nombre de “La Flauta Mágica” y el elemento mítico y maravilloso adquirió en ella un gran relieve. Si bien la obra, que sería la última de las creaciones de Mozart en representarse mientras él estaba con vida, en su estreno no tuvo suficiente éxito, hoy es una de las más representadas en todo el mundo.

Lo cierto es que los genios nunca se están quietos, y Mozart no era la excepción. Al mismo tiempo que trabajaba en “La Flauta Mágica” de hecho se encontraba trabajando en otras dos obras más. Tal es así que cierto día se presentó Schikaneder, para saber cómo iba su obra y lo encontró trabajando en su “Requiem”, ¡Cuando faltaban dos días para el estreno de “La Flauta Mágica” y esta obra aún permanecía inconclusa!

Al verlo con otra obra, Schikaneder se desesperó, y preguntó por la obra que debían estrenar en dos escasos días. A lo que Mozart le señaló un grupo de papeles amontonados en un rincón de la mesa y le dijo –“Aquí”.

Ni que decir que la obra se estrenó en la fecha prevista. Mozart moriría dos meses después dejando incompleto su “Réquiem”.

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