La Primer Huelga de la Historia

La Primer Huelga de la Historia

Set Maat ‘El lugar de la Verdad’ ruinas del poblado de artesanos, actualmente Deir el-Medina.

La vez anterior nos quedamos en las puertas de la rebelión huelguística, con los trabajadores de Deir el-Medina traspasando los cinco muros de la necrópolis y dando inicio a la primera huelga de la historia. Hoy continuaremos desde allí.

Según puede leerse en el llamado Papiro de la Huelga (conservado hoy en Turín, Italia) y en varios ostraca encontrados en Deir el-Medina (guardados actualmente en los museos de El Cairo, Berlín y otras ciudades), la huelga comenzó el día 10 del mes de Peret en el año 29 de Ramsés III, es decir, el 14 de noviembre del año 1.166, debido al retraso de una paga “distraída” por el Gobernador de “Tebas Oeste”.

El papiro, redactado por el escriba Amennajet, participante de la huelga como miembro del equipo de trabajadores de Deir el-Medina, describe el creciente conflicto:

Como siempre ocurre, esta primera ocupación no tuvo el efecto deseado, los trabajadores apenas logaron llamar la atención de las autoridades que simplemente les entregaron unos escasos 50 panes para pasar la noche (obviamente insuficientes para la multitud). Decididos a hacerse oír, los manifestantes continuaron con su avance, e invadieron el recinto sagrado que rodeaba al templo funerario de Ramsés II, el Ramaseum, provocando la huida de las autoridades civiles y de mantención del orden (aquellos que actualmente denominaríamos policía). Nuevamente los reclamos son pronunciados a viva voz:

Las autoridades finalmente ceden, en parte, y cumplen con el pago de las raciones atrasadas correspondientes al mes anterior. Pero esto no calma las aguas, los trabajadores mantienen la huelga y reclaman también, como corresponde, el pago del mes en curso. Tres administraciones públicas se ven implicadas: la central, representada por el gobernador y el Visir; la local, representada por el alcalde de Tebas; y los poderosos sacerdotes, que acaparan en sus templos las grandes cantidades de trigo que los trabajadores reclaman. Viendo que el asunto tomaba un cariz peligroso, acobardado, el alcalde finalmente ordena confiscar el trigo y la cebada procedente del Rameseum, lo que le permitirá cumplir con el pago adeudado.

Artesanos. Tumba de Nebamun.

Este reparto tranquilizó los ánimos momentáneamente, y da por concluida la primera huelga de la historia. El nombramiento de Ta, un delegado de Deir el-Medina como visir del Alto y Bajo Egipto, también ayudó bastante. Pero, finalmente, la cruda realidad de los números (y de la corrupción) volverá a imponerse. Los desórdenes se reiniciaron varias veces ante las reiteradas promesas incumplidas: se declararon una segunda y una tercera huelgas, consiguiéndose finalmente en cada caso la paga anhelada. Pero los disturbios no terminaban, porque las pagas volvían a retrasarse. Ta intentó zanjar la cuestión, brindando esperanzas de solucionar la situación, pero se les ordenó no volver a declararse en huelga, bajo pena de ser castigados en caso de desobediencia. Diríamos hoy, se declaró ilícita la huelga. Sin embargo, la situación empeoraría rápidamente. Una visita de Ta al Delta con motivo del “Festival Sed” bastó para que de nuevo se suspendieran pagos y, por tanto, el renacimiento de los movimientos huelguísticos.

A partir de entonces un nuevo suceso significativo toma lugar, cansados de vivir con lo justo cada mes por culpas de las autoridades, los artesanos comienzan a saquear las tumbas reales y privadas; quien para la tarea que aquellos que tanto empeño habían puesto en su construcción. El orden social se había visto alterado en sus más hondos cimientos: los trabajadores habían paralizado las actividades del templo, una autoridad local se había enfrentado al clero, la administración central se mostró incapaz de instaurar el orden ni de dar respuesta a los problemas; la misma autoridad de faraón se vio dañada, al punto de que sufrió varias conjuras que intentaron acabar con su reinado.

La decadencia del reino solo iría en aumento y las huelgas no volverían a cesar hasta la desaparición de la aldea de trabajadores, es decir hasta el final de la XX dinastía (bajo el reinado de Ramsés XI) época en la que se terminó abandonado el Valle de los Reyes como lugar de enterramiento real

Así, aquella primera huelga no solo sentó de un modelo dentro de Egipto, sino que puede reconocérsele como una manifestación de un proceso de mayor envergadura y profundidad: La Crisis del Estado Egipcio y los inicios de su decadencia.

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