La última vez nos quedábamos con Giacomo comenzando un nuevo viaje por toda Europa y con la invención de un alter ego: Chevalier de Seingalt.
Casanova en 1788 por Johann Berka.
No pasó mucho tiempo de comenzado su nuevo viaje antes de que apareciera por la ciudad de Zúrich, lugar en el que, aunque parezca extraño, se enclaustra en una abadía. No pasa mucho para que reciba, en Roma, una condecoración del Papa Clemente XIII. Además, dejará embelesado a Federico II, el Grande de Prusia, quien le ofrecerá el mando de los cadetes de su ejército. Incluso llego a conocer a Catalina, La Grande, durante su estadía en la ciudad de San Petersburgo.
España no se quedaría fuera de su recorrido. Allí, en Madrid más precisamente, se involucraría en un proyecto, probablemente plan suyo, para lograr la colonización de Sierra Morena que incluía a suizos y alemanes como futuros residente de dicho sitio. En su estadía en el país Ibérico compondría un libreto de ópera, en Aranjuez. Y las mujeres españolas tampoco escaparon a sus encantos: Casanova mantendría una aventura con las españolas doña Ignacia y Nina, esta ultima la amante oficial del influyente virrey de Barcelona, el conde de Ricla. Esto lo llevaría a acabar encarcelado en dos ocasiones en su visita a los hispanos: La primera, en el Buen Retiro tras ser denunciado por posesión de armas – en la cual intervendría a su favor el Conde de Aranda –, y la otra, por liarse con Nina, motivo por el cual pasaría 42 días encerrado en 1768.
Libre de las cárceles españolas visitaría Italia, más precisamente Nápoles, con el objetivo de ver en que andaba una de las hijas que tuvo entre tantas relaciones: Leonilda. Con ella mantendría relaciones incestuosas, a pedido del marido de Leonilda (quien desconocía de la paternidad de Giacomo respecto de su mujer). Al mismo tiempo tendrá ciertos affaires con una de las doncellas y con Lucrezia (la madre de su hija).
Placa conmemorativa en Venecia.
En 1771 se decide por escribir un libro, además traducirá La Ilíada de Homero. Y de nuevo a Venecia, allá por 1774, no sin antes cumplir a favor de la ciudad, probablemente como espía internacional, para poder volver a entrar. Pero nuevamente la perdición, esta vez por vengarse de la acusación de unas deudas. El beneficiario de estas supuestas deudas era un noble llamado Carlo Grimani, y la venganza de Casanova fue algo singular: consistió en publicar una novela en donde decía que Carlo era hijo ilegítimo. De nuevo el destino lo invita al exilio en 1783.
Otra vez un tour por toda Europa. En esta nueva andanza partirá de Viena (el primer lugar al que lo lleva su exilio) para luego recorrer Bolzano, Augsburgo, Aquisgrán, Spa, Paris, de nuevo Viena, Dresde, Berlín y Praga. En este último sitio se encuentra nada menos que con Wolfgang Amadeus Mozart, que casualmente está componiendo su ópera Don Giovanni. Se dice, incluso, que esta composición está inspirada un poco en los romances que Casanova le contó al compositor alemán en Viena.
En 1785 entraba amistad con el conde Waldstein, aficionado a la masonería, igual que Casanova. El conde le ofrecerá a Giacomo hacerse cargo de la biblioteca que posee en Dux, Bohemia. Casanova acepta, pero en su estadía no llega a ser feliz y como terapia a su tristeza comenzará a escribir las memorias de su vida. Respecto de su escritura nos dice:
No llegó a terminar sus memorias. Muere en 1798 con 73 años. Hasta entonces solo había logrado relatar solo 46 años de aventuras amorosas y demás avatares. En el prólogo de su obra nos dice:
Y así, libre de todo, termino su vida, durante la cual su ocupación principal fue siempre “cultivar el goce de los sentidos”. Las aventuras amorosas, que se iniciaron en la adolescencia, y fueron serpenteando un camino en el que, como hemos visto, aconteció de todo.
[…] Pero hasta aquí por ahora… Pronto la siguiente parte… […]