Carlos Sverkersson de Suecia, luego inmortalizado como Carlos VII, gobernó el país nórdico desde 1161 hasta su muerte en 1167. Su llegada al trono no fue lo que se dice fácil. Si bien Carlos era hijo del rey Sverker I, a la muerte de este (en 1155/6) no fue él quien heredó la corona, sino Erik el Santo.
Sello del rey Carlos VII, el primer sello conocido de un rey sueco.
Al parecer, las crónicas nórdicas no son del todo claras, Erik y Sverker I fueron competidores entre sí por la corona. Mientras Sverker había sido coronado, Erik había sido elegido posteriormente a su coronación (en 1150) por los suecos de Uppland (una provincia sueca) como el rey real. Por tanto, ambos “reyes” fueron arduos competidores por la corona. Pero no ahondaré demasiado en este tema, puesto que no es la cuestión que nos interesa en esta ocasión. El punto clave, sería el hecho de que Erik acabó por suceder a Sverker luego de que este fuese asesinado en 1155.
Erik, a su vez, también moriría asesinado. Pero Carlos tampoco tuvo suerte esta vez. Fue Magnus Henriksen, a quien se lo considera sospechoso de los asesinatos de los dos reyes previos, quien se quedó con la corona, aunque no por mucho tiempo. Sucede que Carlos, seguramente cansado de ver pasar el trono de mano en mano y sin que cayera en las suyas, comenzó una guerra con Magnus. Guerra de la que saldría victorioso, haciéndose por fin del trono: En la batalla de Örebro, en 1161, Carlos vencería y asesinaría a Magnus, tras lo cual pudo ganar la elección para ser soberano de toda Suecia y proclamarse rey de los suecos y de los ostrogothones.
Su reinado se caracterizaría por el enfrentamiento con la familia de Erik el Santo, que ambicionaba el poder. Este enfrentamiento conduciría a la muerte del propio Carlos, quien fue asesinado en la isla de Visingsö, por Canuto, el hijo de Erik.
¿Qué tiene que ver esto con el título de la entrada? Pues, nada… todo… o solo un poco; puesto que el punto es el nombre de Carlos una vez en el trono. Como por todos es sabido, en Europa, se acostumbraba que cuando un rey llegaba al trono tomaba un nombre (posiblemente el suyo) y se le asignaba un número, respecto de los anteriores reyes que habían llevado ese nombre. Así, por ejemplo, el conocido rey sol fue coronado como Luis XIV, lo que quería indicar que antes de él, otros 13 reyes habían llevado el nombre de Luis.
A diferencia de esto, los reyes de Suecia no eran coronados con un número luego de su nombre, sino que eran conocidos por su nombre de pila y su patronímico. De este modo el rey Carlos fue conocido simplemente como Karl Sverkersson (“Carlos hijo de Sverker).
Sin embargo, en algún momento de la historia entre él y Carlos IX (1550-1611), a algún rey se le dio por cambiar la tradición. Y, siguiendo la crónica de Johannes Magnus en su libro “Historia de todos los reyes de los godos y los suiones”, publicada en 1554, se le estableció a Carlos Sverkersson el nombre de Carlos VII, alegando, por supuesto, que hubo previo a él, otros seis reyes de nombre Carlos.
Sin embargo, la numeración no es correcta. Las crónicas medievales de Ericus Olai, Olaus Petri y Laurentius Petri Gothus no mencionan ningún rey sueco de nombre Carlos anterior a Carlos Sverkersson. Lo cual significaría que Magnus inventó a aquellos seis Carlos previos a Sverkersson, y que este no es más que el primero de la lista, y por tanto, Carlos I de Suecia.
Pero entonces… ¿Por qué es que le quedó el nombre de Carlos VII? Pues, sucede que la palabra que vale, siempre suele ser la del rey, y aquel otro Carlos que les mencioné antes, el rey Carlos IX, dio crédito a la obra de Magnus y fue el primero en nombrarse de acuerdo a esa numeración y por ello Carlos Sverkersson fue conocido desde entonces como Carlos VII.